Créme brulée.






Hola a todos!!
Con esta receta terminamos el primer jubileo del blog... que yo cuál reina de Saba he extendido a lo largo de la semana con varias entradas de "celebración" en las que... a la larga no he incluido ninguna receta... os habíais dado cuenta, ¿verdad?.
Pues como esto, al fin y al cabo es un blog de cocina, tocaba cerrar la semana con una receta... que me apetecía que fuera dulce, y que me apetecía que me reflejara un poco como persona.
Venía además con la limitación de que tenía que tenerlo ya listo (me refiero las fotos y la receta), que sino con tanto ajetreo de vuelta al cole (ejem... en mi caso, al trabajo), a la rutina y al asfalto no iba a darme tiempo a hacer algo en condiciones.
Conclusión... os traigo esta receta de créme brulée.



La créme brulée me encanta!! Es de esos postres que junto a los brownies, el key lime pie y los bombones componen para mí los mejores inventos de repostería de la historia.
Este postre que os enseño yo es cremoso... como unas natillas, pero más compacto... de esos que te terminan de llenar tras una comida estupenda o mejor aún!! de esos de pedir para compartir...
Porque sí... soy de las que cree que la créme brulée igual que los espaguettis con albóndigas son un plato sexy, un plato para dos, de los de dos cucharitas, vaya.

 A nadie le sorprende ya (al menos espero...) ese brote romántico y cursi que me sale de vez en cuando, cuando suelto estas perlas... y como dice Almu, a nadie le extrañará tampoco que suelte este perdigón... vale, es un postre para compartir... ¡¡pero si piensas meter la cuchara más de 3 veces pídete la tuya!! Ea,... que esto del compartir, los gananciales y el amor para siempre es eso, para siempre cuando no me quitan mi postre!!.
Ummm... veis eso es algo que odio del momento postre cuando salgo con gente... cuando salgo con Almu, o con Almu y mi padre no me pasa... para empezar porque mi padre, Goloso Mayor del Reino está en fase rancia y ya no se pide postre, y mi hermana "Esto es mío" Mayor del Reino no ha compartido en su vida (la comida me refiero... que la pobre está harta de pedirme que le devuelva sus cosas, jejeje) así que no me extraña que no empiece ahora.
Sin embargo cuando sales en grupo, o incluso en pareja (cuando aún no conoces, ni te conocen) y llega el momento de decidir si tomas o no postre, yo por principio pido la carta... por no quedarme con las ganas de ver lo que ofrecen... total que ahí estoy yo relamiéndome por dentro y la gente ya empieza con el canvalache... "pufff... yo un postre sola no puedo, ¿compartimos?". Hasta ahí, bien.... que pregunten y todo eso... decidimos y feliz. El problema es cuando hay quien se queda sin postre y acaba por agenciarse el tuyo!!!!!!!!! Mira que odio que la gente me meta su tenedor en el plato... pero que encima se coma mi postre cuando él/ella no quería... o te diga eso de "bueno, te cogeré una cucharadita del tuyo, por probar... no te importa, ¿verdad?" mientras deja con cara beatífica la carta de postres al camarero cuando tú ya has pedido.... LO ODIO.
Conclusión... como con los años, y según dice mi hermana, voy perdiendo cada vez más la vergüenza y me parezco más a mi abuela (señora de Bilbao a la que no hay quien tosa encima...) yo que ya me sé el truquito devuelvo la pelota y ZAS!! en toda la boca!!!... así que siguiendo con la escena del camarero recogiendo la carta del postre después de que alguien haya proclamado que se va a comer mi postre (a pesar de que diga lo contrario por quedar bien al lado del camarero) yo lanzo la ofensiva y digo "ah!!! No claro no me importa" sonrisa profident donde las haya y mirando al camarero mientras bato con brío las pestañas "¿Le importaría poner un poquito más de postre? Para las cucharaditas de mi amiga/o". Y eso es todo...

Así que como veréis yo sí... soy generosa, golosa y feliz de serlo, jejeje.


De vuelta a la créme brulée os diré que estoy segura de que a estas alturas más de uno se habrá lanzado a la arena regionalista/política/demagógica de porqué la llamo créme brulée y no crema catalana... pues sí señoras y señores esto tiene una explicación... y sencilla además.
Para empezar porque generalmente este postre lo he comido siempre fuera de casa, y casi siempre en el mismo sitio... un restaurante francés al que cada verano nos llevaba mi padre cuando íbamos a las galeries lafayette a por las cosas para el cole, (que sí, que éramos así de pijas, mimadas y de todo... ¡¡y a mucha honra!!) a Bayona, al final del verano... el plan era el siguiente: 1. levantar a las niñas al alba no fuera que en el interín Francia se moviera de sitio, 2. mete a las niñas en el coche lo más rápido posible... antes sobre todo de que hayan terminado de digerir los 3 litros de leche que cabían en esos tazones de antes que ya no existen, 3. párate al tomar la autopista dirección Bayona porque una de las niñas necesita devolver esos 3 litros de leche, 4. llega a Bayona mosqueado, irritado y harto para encontrar que en el casco histórico no hay donde aparcar, 5. así que despotricando contra los cochons de los franceses que te sacan los cuartos haciéndote meter el coche en el aparcamiento y las cochonas de tus hijas que menudo viajecito aterrizas por fín en las galeries lafayette, 6. pasas dos horas procurando que las niñas no toquen nada, no metan cosas de extranjis en el cesto, despotricando por haberte olvidado de la lista de cosas que nos hacen falta para la vuelta al cole y que ocupa 3 folios por dos niñas que tiene uno... 7. con lo que te fías de la memoría de las niñas en cuanto a qué necesitan... y esperas... mientras miras al cielo que este tenga compasión y no te haga volver a Madrid para pasar varios días gastando corticoles.. 8. finalmente y haciendo un acto de inmolación compras lo que tus hijas dicen necesitar, vuelves a llamar cochons a las señoritas de la caja que con una sonrisa estupenda te han vaciado media cartera y procuras pensar en la mejor parte del día... esa en la que te sientas a comer como Dios manda porque 9. para entonces las niñas están tan eufóricas de sus compras, su plan de mayores y tan hartitas de créme brulée que solo tienes que cantar 3 veces la Madelon para que se queden tranquilas y se duerman de vuelta a Fuenterrabía..  10. donde podrás soltarlas e ir a echarte la siesta.

Pues esa créme brulée es la que guardo en la memoría... ¡¡junto con toda la parafernalía de agendas, lápices y cabases que le hacíamos comprar a mi pobre padre que sólo iba a por unos cuadernos!!.
Con el paso del tiempo y ya en el trance cocineríl descubrí que la créme brulée no es otra cosa que crema pastelera cocida al baño María y que podía hacer perfectamente en casa, .... así que dicho y hecho.

En relación a la discordia créme brulée-crema catalana os diré que a raíz de esta entrada quise decubrir cuál era la diferencia entre ambas, pues siempre me han parecido el mismo postre... pero no, mientras que la créme brulée como os he contado se cuece al baño María, la crema catalana se hace como una crema pastelera normal que luego se sirve con el azúcar quemado... sin cocción posterior vaya.
Y ¡¡cosas de la vida!! ¿quién sabía que además de estos dos postres de igual composición existe un tercero de origen británico? Pues sí señoras y señores, se llama Trinity cream y como buenos colonialistas los británicos se alzan con su autoría.
Como definitivamente eso es lo de menos (aunque os dejo enlace al artículo donde he descubierto estas diferencias) os voy a poner la receta... para que veáis que es un postre sencillo, riquísimo y de los que triunfan siempre.

Por último deciros que como veréis no tengo los ramekins o moldecitos típicos donde se sirven millones de platos franceses... todo llegará, pero hasta entonces ved que se puede la receta sobre cualquier recipiente individual que sea apto para meter en el horno.

Receta de créme brulée.

Ingredientes para 6 recipientes como los que veis:
- Medio litro de nata para montar
- 6 yemas de huevo
- 125 gramos de azúcar
- 50 gramos de maizena
- 1 rama de canela
- 1 vaina de vainilla
- 1 corteza de limón
- Más azúcar para espolvorear por encima


Modo de hacerlo:
1. Lo primero que hacemos es precalentar el horno, a 150ºC.
2. A su vez ponemos a hervir agua para preparar después nuestro baño María.
3. A continuación empezamos a hacer la crema. Lo primero ponemos a calentar a fuego medio la nata con la cortaza de limón, la canela y la vainilla.
4. Una vez rompa a hervir apagamos y colamos la nata. Reservamos mientras batimos los demás ingredientes.
5. Así, mezclamos a parte el azúcar con las yemas de huevo hasta que estas hayan clareado.
6. Vertemos sobre la mezcla un cucharón de la nata hirviendo para que el huevo se atempere y no se cuaje y poco a poco vertemos el resto de la nata en la mezcla de yemas y azúcar mientras a la vez meclamos o bien con unas varillas de mano o bien con una batidora de barillas.
7. Por último añadimos a la mezcla la maizena tamizada y volvemos a llevar la mezcla al fuego.
8. Y a fuego medio y removiendo sin parar con una cuchara dejamos que la mezcla espese... pasa muy deprisa y a hay que ir con cuidado de que la crema no se pegue o se nos queme, así que fuego flojito, cuchara en mano y paciencia.
9. En cuanto haya engordado retiramos del fuego y vertemos con cuidado en nuestros recipientes individuales, rellenando las 2/3 partes del cuenco.
10. Llevamos a una fuente de horno que cubra de alto los cuencos y metemos la fuente en el horno.
11. Una vez allí y con cuidado de no quemarnos ni con el horno, ni con el agua rellenamos la fuente con agua hirviendo (importante que esté hirviendo... nunca hagáis un baño María con el agua fría o templada o en un horno convencional tardará a menos dos horas en ponerse caliente cuando el postre ya se habrá echado a perder...) cubriendo con esta hasta el borde de los cuencos.
12. Y cocemos la créme brulée durante 40-50 minutos, cuando notéis que la crema se ha asentado pero aún se bambolea un poquito. Sacamos del horno y de la fuente y dejamos que enfríe completamente unas 5 horas.
13. Finalmente y en el momento de servir espolvoreamos por encima con más azúcar.... como una cucharada por bol y caramelizamos con un soplete de cocina... si no tenéis y controláis el grill de vuestro horno (cosa que yo no hago) podéis hacerlo con él, meterlo unos minutos hasta que veáis que el azúcar ha formado una capa crujiente.
Lo mismo con el soplete... que yo tengo pero que no domino muy bien, la verdad... como veréis en las fotos... aún me falta práctica con él...
Aunque es una pijada y un caprichito sí os animo a tener un soplete de cocina en casa (para los que disfrutáis cocinando y haciendo viguerías en la cocina ¿eh?) porque no son excesivamente caros (el mío me costó 16€, creo), no ocupan sitio y sirven para mil cosas en materia de emplatado y de terminar un plato.

Aquí tenéis mi receta de fin de jubileo... ya volveremos a celebrar el año que viene, ¿verdad?
Mientras tanto os animo a participar en el sorteo del blog del que os hablé el otro día... sorteo un libro de cocina... y lo único que tenéis que hacer es haceros seguidores del blog y dejarme un comentario con vuestro nombre... el resto hay que dejarlo al azar, jejeje...

Sólo una cosa más... en realidad una dedicatoria que me cuesta muchísimo escribir y que no querría haber tenido que hacer nunca... pero que tampoco quiero quedarme con ella dentro.
La receta de hoy es para nuestro mejor amigo, nuestro más valiente compañero, y nuestro príncipe encantado. Para nuestro guapo perro Ur que tan cariñoso, generoso, amable y compañero fue para nosotros en sus 13 años de vida como será para siempre en nuestra memoría.
No lo volveremos a ver, ya más... pero estará con nosotros siempre.
El primer perro que no me dió miedo, la mejor manta del mundo, el más cariñoso hombro sobre el que llorar y la mejor bienvenida siempre, está ahora persiguiendo los gatos que odio en el cielo, arrugando el morrito a mi madre y acompañando a todo aquel que vea un poco despistado por el cielo.
Porque si los animales tienen alma, corazón y espíritu, como sé que tienen, el suyo está ahora mismo con Dios y con nosotros que no hemos podido quererle tanto como él nos quiso, pero aún así ha sido mucho.
Te queremos para siempre gordito.

Perdonar... por cerrar el post de hoy así... pero era algo que tenía que hacer.
Un abrazo enorme a todos, Luz.

Comentarios

  1. Luz, me ha encantado tu técnica de los postres en el restaurante, y la historia del créme brulée, no sabía yo que se parecía tanto a la crema catalana, y ya que en casa tengo el juguetito para quemar el azúcar, habrá que aprovecharlo!
    Y muy bonita dedicatoria a Ur, estoy seguro que allá donde esté lo han acogido con los brazos abiertos.

    Besos!

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    1. Victor mil gracias por el comentario.
      Lo de la diferencia entre la créme brulée y la catalana yo tampoco la sabía... sí es cierto que la versión francesa es más cremosa (supongo que por el tiempo de cocción de la crema) y la catalana más contundente... pero claro... es mi opinión.
      Te animo mucho a que pruebes el soplete.... y lo pruebes, y lo pruebes... ¡¡porque hasta que le coges el tranquillo!!.

      Mil gracias por tus buenos deseos respecto a Ur... lo echamos muchísimo de menos.
      Un abrazo enorme, Luz.

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  2. Respuestas
    1. Mil gracias Irmina... sí, es uno de mis postres preferidos, la verdad.
      Cremoso, muy dulce y además con el punto del caramelo.
      Me alegro de que te haya gustado.
      Un besazo enorme, Luz.

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